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Centroamérica. Los adultos mayores son uno de los mayores grupos de riesgo frente al avance del coronavirus, presentando la mayor tasa de fatalidad en diversos países.
 
En la región de América Latina y el Caribe se mantiene la tradición familiar y muchos adultos mayores tienden a vivir en hogares multigeneracionales. Si bien cuentan con el apoyo de sus familiares, incluso en estos hogares es común que algunos de sus integrantes desconozcan las medidas de protección extra que necesitan los adultos mayores frene al COVID-19. Por otro lado, un 14% de los mayores de 60 años vive solo y la cifra asciende a 20% entre los mayores de 80 años.
 
“Los sistemas de cuidado de adultos mayores pueden verse afectados fuertemente por la crisis, provocando con ello la debilidad en el cuidado; y derivar en una aceleración del deterioro de su salud física y mental, lo cual a futuro podría implicar una mayor demanda para los servicios públicos de salud y, por lo tanto, para los presupuestos de los países. Es necesaria la adaptación de los sistemas de protección social y la mejora en la respuesta que brindan frente a las diversas necesidades de la población, en consideración del ciclo de vida”, detalló Alfredo Suárez Mieses, Secretario General de la SISCA.
 
En la actual situación de emergencia relacionada con la difusión a nivel mundial del virus SARS COV-2 y con el impacto social de las medidas de confinamiento tomadas en diferentes países, los servicios de cuidado de larga duración a las personas dependientes necesitan una especial atención. Además de ser considerado un derecho – el de ser cuidado - la importancia en esta coyuntura reside en tres factores principales: en primer lugar, las ancianas y los ancianos, por su fragilidad y sus patologías, representan el grupo más vulnerable y de riesgo en la pandemia y, en muchos casos, los centros de larga estadía o diurnos se han convertido en núcleos de propagación, afectando tanto a los usuarios como a sus trabajadores. Para contrarrestar la pandemia es importante seguir dando apoyo a dichas personas, cuidar de su salud y ayudar a su bienestar físico y emocional.
 
“Los centros de estadía deben ser lugares para vivir y no un lugar para esperar la muerte” Pierre Henri Daure, Especialista en cuidados de la tercera edad.
 
En segundo lugar, en la actual situación, el cuidado de las personas adultas mayores se considera un servicio aún más esencial, pues permite alivianar el sistema sanitario actualmente casi al límite de saturación por la emergencia. Prestar servicios de cuidado a personas con dependencia apoyando el desarrollo de sus actividades diarias, evitando accidentes y mejorando su bienestar integral, permite evitar la necesidad de recurrir al sistema sanitario. Pero al mismo tiempo, esta situación puede incrementar las brechas de género.
 
“Defender el derecho a la vida, es en lo que debemos trabajar en los centros de larga estadía y centros diurnos para adultos mayores”, manifestó Laura Bermejo, Vicepresidenta de Gerontología Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
 
Finalmente, las medidas de confinamiento ponen a dura prueba las tareas de cuidado llevadas a cabo por cuidadores familiares en el domicilio, sean ellas parientes de la persona cuidada o trabajadores particulares. Dichas personas necesitan de un sistema y de iniciativas, que tomen cuenta la perspectiva de género, y en las cuales apoyarse y aliviar su carga de responsabilidades, además de contar con el reconocimiento y retribución de su trabajo.
 
“Hemos trabajado en darle una respuesta efectiva a las personas mayores a través de una conjunción de servicios sociales y sanitarios por medios virtuales, protocolos para centros diurnos, centros de larga instancia y el abordaje en domicilio que se ha hecho para cubrir las necesidades de los adultos mayores, brindando respuestas en diferentes ámbitos como la condición de salud de las personas, la edad, si viven solos, si requieren alguna alimentación, entre otros aspectos”, Francisco Delgado, Viceministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social de Costa Rica, Instituto Mixto de Ayuda Social.
 
Muchos países de América Latina y el Caribe han ido avanzando decididamente en los últimos años en la construcción de políticas de cuidado y en el fortalecimiento de servicios de atención a las personas dependientes. Sin embargo, a pesar de estos avances y de la importancia de este sector en las agendas políticas de todos los países, todavía no existen en América Latina y el Caribe, salvo en contados casos, sistemas que sepan responder a los desafíos que la actual situación de emergencia supone. A pesar de ello, en todos los países se están tomando iniciativas para aliviar el impacto de la presente crisis en los sistemas de cuidado existentes o bien para garantizar servicios a las personas que necesitan este tipo de apoyo.
“Estamos trabajando en agilizar la comunicación con las residencias, tenemos ya una aplicación sobre la COVID-19, pero hemos desarrollado otra aplicación para las residencias con el objetivo de tener claras las necesidades y adaptar las medidas de respuestas”, manifestó Luis Miguel Gutiérrez, Instituto Nacional De Geriatria INGER México.
 
En el marco de la situación de emergencia, constituye una oportunidad poder compartir las iniciativas que las diferentes instituciones están tomando y encontrar nuevas respuestas a desafíos comunes. Es internacionalmente reconocido que, hoy como nunca, la cooperación y el intercambio de experiencias entre países es crucial para dar respuesta a un problema global como la pandemia y para paliar sus efectos en los diferentes ámbitos que están siendo afectados.
 
En este sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la AFD - Agence Française de Développement, la Unión Europea a través de su Programa EUROsociAL y la Secretaría de Integración Social Centroamericana (SISCA) desarrollaron el webinario “Cómo enfrentar al COVID-19 en las residencias y centros diurnos de adultos mayores”.
 
“Esta crisis pone en evidencia la falla de los sistemas de cuidado y la oportunidad para mejorar sobre lo ya construido”, destaca Carlos Souto Iguarán, Jefe de Proyectos en Protección Social de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD).
 
En dicho intercambio, los representantes institucionales del sector de América Latina y el Caribe compartieron las medidas que se están tomando en cada país y discutieron sobre aquellas que sería oportuno tomar a partir de una reflexión conjunta; se contó con la participación de Jenny del Rosario Rodríguez, Coordinadora del Despacio de la Dirección Ejecutiva del Consejo Nacional de la Persona Envejeciente de la República Dominicana, quien compartió las medidas de higiene y de distanciamiento social que se han tomado en su país para proteger a las personas mayores como población de mayor vulnerabilidad ante el coronavirus. El debate fue enriquecido también con la presentación de algunas iniciativas puestas en marcha en países de la Unión Europea, cuyos sistemas de cuidados, si bien más maduros, están siendo puestos a duras pruebas por la coyuntura actual y que también tiene un impacto en la división sexual del trabajo en las sociedades europeas.
 
“Esta pandemia nos muestra importancia de trabajar juntos, es el momento de cooperar con los países a través de estos intercambios, para no dejar a nadie atrás”, destacó Juan Manuel Santomé, Director del Programa de la Unión Europea EUROsociAL.
 
Las personas con dependencia funcional representan el grupo más vulnerable ante la pandemia y en muchos casos, las residencias de larga estadía y los centros diurnos se han convertido en núcleos de propagación, afectando tanto a los usuarios como a sus cuidadores. Además, en la actual situación, el cuidado de las personas adultas mayores y con discapacidad se considera un servicio aún más esencial, pues permite alivianar la carga del sistema sanitario casi al límite de saturación por la emergencia. Al mismo tiempo, los cuidadores, en su mayoría mujeres, se encuentran en la primera línea de respuesta de esta emergencia. Para contrarrestar la pandemia es importante seguir dando apoyo a dichas personas, cuidar de su salud y ayudar a su bienestar físico y emocional.

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